Como bien sabemos, el 1ero de octubre, la Corte Internacional de Justicia decidirá si Chile tiene la “obligación de negociar de buena fe”, una salida al mar para Bolivia. Leer esa frase nos remece por varias razones:
Primero, porque negociar es un acto que supone una decisión voluntaria de las partes, es decir, las partes concurren libremente con su voluntad para participar de un acuerdo. Si esto ocurre de otra manera, nos acerca al concepto de fuerza, que es un vicio del consentimiento del acto jurídico y que consiste precisamente en ejercer apremios físicos o morales sobre una persona destinados a que preste su consentimiento. Y como dirían los abogados, “el consentimiento debe ser libre”. Por tal motivo, obligar a alguien a concurrir con su voluntad, es una situación que el Derecho no acepta.
Segundo, desde el punto de vista de la Ciencia de la Negociación, las personas negocian con otros cuando ese otro tiene “algo” que dar, y a la vez, ese otro negocia con el primero, cuando éste también tiene “algo” que entregar. Negociar tiene implícita una lógica, un supuesto, que consiste en que estamos en presencia de una negociación cuando ambas partes satisfacen necesidades mutuamente como resultado de un intercambio de concesiones. Negociar, es un camino de dos vías, en un sentido y en otro.
Actualmente, Bolivia tiene una necesidad, justa o no, pero al menos así expresada, que es obtener salida al mar. Así de claro. Sin embargo, Chile no tiene una necesidad que satisfacer, por lo que, desde la perspectiva de la negociación, nuestro país no tendría por qué sentarse en la mesa a negociar. Si existiera esa necesidad recíproca, naturalmente Chile se hubiera acercado a negociar, sin esperar a que una tercera parte se lo sugiera o más aún, se lo imponga, como eventualmente podría ocurrir.
Tercero, la buena fe en Derecho se presume, por lo que cabe demostrar la mala fe de los actos. Si esto no fuera así, el no incluir la palabra “buena fe” en la eventual sentencia de la Corte Internacional de Justicia, significaría que Chile estaría obligado a negociar con Bolivia, pero lo podría hacer de mala fe.
Finalmente, existe la dificultad práctica de las dinámicas propias de una negociación. Negociar en un ambiente tenso y beligerante, produce que inconscientemente las partes no den lo mejor de sí para llegar a un acuerdo.
La Corte Internacional de Justicia, el día el 1ero de octubre, podría obligar a Chile a negociar una salida al mar para Bolivia, pero no lo obliga a llegar necesariamente a un acuerdo. Chile no tiene una necesidad prioritaria ni urgente que Bolivia pueda satisfacer, por lo cual, técnicamente bajo la arista de la ciencia de la Negociación, estaríamos frente una situación técnicamente imposible.
Francisco Pereira
Abogado experto en negociaciones y Ceo de Negociar®
Foto: AP Photo/Dado Galdieri: Televisa